
Pasado, presente y futuro
Uso de agroquímicos en Gral. Madariaga: una mirada al pasado, al presente y al futuro sostenible
En la extensa superficie de Gral. Madariaga, que abarca aproximadamente 286.000 hectáreas, se encuentran entre 30.000 y 40.000 dedicadas a la agricultura. Al mirar las últimas cuatro décadas, se puede detectar que el uso de agroquímicos experimentó un gran crecimiento, especialmente en la década de 1990 y con un pico máximo en el año 2010, año en que se adoptó la siembra directa, un modelo de siembra que implica hacerlo sin trabajar la tierra antes, y controlar malezas, insectos y enfermedades mediante el uso de agroquímicos. Esta práctica redujo la necesidad de hacer trabajos tradicionales, que erosionan el suelo y liberan carbono a la atmósfera.
La industria química es la encargada de fabricar los agroquímicos, mayormente derivados del petróleo, que están sujetos a regulaciones tanto en Argentina como a nivel mundial. Antes de su comercialización y aplicación, se realizan pruebas exhaustivas para evaluar su toxicidad y posibles daños, siguiendo los estándares establecidos. Si se respetan las normativas y no hay corrupción, se espera que los productos estén catalogados de forma correcta y no representen riesgos significativos a la hora de hacer uso de ellos.
"En los últimos años se demandó mucho a nivel internacional usar productos agrícolas que sean más inocuos, con menor persistencia en el ambiente y menor impacto ambiental", cuenta el Ingeniero Agrónomo Esteban Fernández. En respuesta a estos reclamos, se desarrollaron y se usan, efectivamente, agroquímicos con menor toxicidad, clasificados en bandas de color que indican su nivel de riesgo, siendo los productos con banda verde los más inocuos. Las estadísticas de CASAFE, la Cámara que regula a los fabricantes de agroquímicos, muestran un incremento en la participación de estos productos en el mercado.
Además, el sistema en general cambió con los años: se redujeron las dosis de agroquímicos utilizadas, y se impulsó a una mayor rotación de cultivos. "Los agricultores en Argentina no se limitan solo al cultivo de soja, sino que también cultivan maíz, trigo, cebada, avena e incluso realizan rotaciones con ganadería y esta diversificación de cultivos contribuye a una agricultura más sustentable y a la reducción de la huella de carbono", agrega el Ingeniero con orgullo.
Otro aspecto importante es la implementación de prácticas como los "cultivos de servicio" o los abonos verdes, que consisten en sembrar cultivos entre los períodos de cultivo principal para mantener el suelo cubierto, captar carbono, liberar oxígeno y mejorar la estructura del suelo.
En términos tecnológicos, las máquinas utilizadas en la aplicación de agroquímicos incorporaron avances significativos en los últimos años. Estas máquinas están equipadas con tecnología que mide la calidad de la aplicación y la cantidad de producto dispersado, además de contar con estaciones meteorológicas que brindan información sobre las condiciones ambientales para garantizar una aplicación adecuada en tiempo real. Confirma: "Toda la información queda grabada en un chip y también llega en forma remota al dueño de la maquinaria o del lote".
El uso de agroquímicos no es el mismo hoy, que el que fue hace unos años y tampoco es igual a lo que seguramente vendrá. En Madariaga, si bien existen avances en cuanto al uso responsable de agroquímicos, persiste el desafío de fortalecer las regulaciones y el control para garantizar un manejo adecuado.
Los profesionales agrícolas están comprometidos en buscar prácticas que minimicen los impactos ambientales y protejan la salud de los habitantes, aunque esto requiera de un trabajo conjunto entre productores, autoridades y sociedad en general para alcanzar un futuro agrícola seguro y sostenible.